Anarquismo y Marxismo
Análisis sobre las incompatibilidades teóricas y practicas entre Bakunin y Marx.
La Revolución francesa de 1789, puso el poder del Estado en manos de
la clase burguesa, después de que ésta clase se apoyara en el
campesinado y en el escaso proletariado industrial que se había
desarrollado hasta entonces, para derrocar al régimen monárquico que
le era un obstáculo para su propio desarrollo. Pero tras esa
Revolución particularmente política, hubo una cierta "restauración"
monárquica en la misma Francia, centro del liberalismo europeo, lo que
dio pie a un fortalecimiento de la resistencia de las fuerzas
monárquicas retrogradas para aferrarse al poder de las distintas
naciones europeas. Esto no quiere decir en absoluto que el régimen
feudal hubiese regresado, sino que, a pesar de la dominación económica
del capitalismo, la burguesía no estaba administrando directamente al
Estado a través de una forma republicana, sino que éste protegía al
capitalismo a través de regímenes tales como la monarquía
constitucional o de dictaduras imperiales como las de los Napoleón.
Dentro de todo este contexto político fue que nació el movimiento
obrero en Europa. Fue durante todo este periodo que se fue gestando
poco a poco lo que posteriormente vendría a ser la Asociación
Internacional de los Trabajadores, fundada en 1864.
Dentro de la Internacional existía una libertad de tendencias
políticas y filosóficas, puesto que era la solidaridad económica del
proletariado contra la explotación burguesa lo que marcaba la única
condición indispensable para adherirse a ésta organización. Al existir
esa sana libertad de corrientes políticas dentro de la Internacional,
se configuraron tres grandes corrientes, dos de carácter claramente
socialista, como lo eran el marxismo y el anarquismo (mejor conocido
en aquella época como socialismo revolucionario o colectivismo) y una
que puede ser mas bien catalogada como corriente de carácter
pequeño-burgués, nos referimos al mutualismo inspirado principalmente
en los postulados de Proudhon.
En el seno de la Internacional se desarrolló una fuerte disputa
entre las distintas líneas políticas que se mencionan en el párrafo
anterior, pero hubo específicamente una disputa que resaltó sobre las
demás, y que trastoco a todo el movimiento revolucionario de Europa en
aquellos tiempos, y que a mas de 140 años de la fundación de aquella
organización sigue generando debate; nos referimos a las diferencias
entre el comunismo marxista y el colectivismo bakuninista.
Tal confrontación programática estaba centrada sobre todo en las
distintas apreciaciones existentes entre ambas corrientes políticas
sobre la vía de destrucción de las relaciones sociales capitalistas.
Creemos que es sumamente importante que el lector tome muy en cuenta
éste punto, ya que ha sido algo característico de los pseudo debates
de las corrientes leninistas contra el anarquismo, el esforzarse por
desterrar a la corriente libertaria de sus evidentes raíces y orígenes
obreros. Durante el siglo XX, cualquier cantidad de textos en contra
del anarquismo fueron elaborados por organizaciones marxistas, que
empleaban como principal recurso, no la argumentación seria de las
ideas, sino la vulgar tergiversación de la historia, para tratar de
convencer a los lectores de que el anarquismo no tenia absolutamente
nada que ver con el movimiento obrero, que aquel no era un ideario
para la lucha por el Socialismo, como lo comprueba su teoría y
practica histórica, sino un supuesto movimiento de "origen puramente
pequeño-burgués", que aspiraba a la constitución de una sociedad
basada en la pequeña propiedad privada.
Todo aquel que tenga un mínimo de conocimiento de la teoría
anarquista, de la historia del movimiento obrero y de la relación del
anarquismo con él, fácilmente reconocerá el carácter evidentemente
falso de las afirmaciones vertidas en esos pobres debates.
Mas bien, como se dice líneas arriba, la confrontación histórica del
marxismo y el anarquismo, no está basado en un supuesto "Programa
Proletario Marxista vs. Programa Pequeño-Burgués Anarquista", como con
toda la intención de engañar ha dicho el leninismo y sus vertientes
(estalinismo, maoísmo, trotskismo, etc), sino en las formas que tienen
que asumir las luchas de los explotados para combatir de manera
efectiva a la burguesía y su Estado.
Como ya hemos dicho, la disputa política entre ambas corrientes se
basaba en una interpretación muy distinta sobre la organización y vía
que debían de tomar las masas explotadas para alcanzar su definitiva
emancipación, y no en el objetivo final que nos hemos planteado, como
perfectamente puede verificarse en los documentos históricos de ambas
corrientes.
Para entender un poco mas tanto las concordancias como las
discordancias entre ambos programas, se vuelve indispensable estudiar
un poco la evidente diferenciación que hace Bakunin sobre el
pensamiento de Marx. Para Bakunin, Marx es un estudioso muy serio, y
un genio profundamente conocedor de las leyes económicas. Esto lo
reconoce Bakunin en repetidas ocasiones, dejando perfectamente claro
que ni las mas abismales discrepancias políticas y personales con el
alemán, pueden hacerle desconocer el mérito que ha tenido éste en
desenmascarar el verdadero carácter explotador del sistema burgués. De
hecho es Bakunin quien hace la primera traducción al ruso del
Manifiesto comunista, y quien después también se da a la tarea de
escribir el breve panfleto titulado "El Sistema Capitalista", que dice
elaborar para hacer mas accesibles a los proletarios las lecciones de
"El Capital" de Marx, escrito en un lenguaje comprensible solo para
los intelectuales y conocedores de economía.
Hasta aquí podemos hablar del Marx con el que concuerda Bakunin, el
Marx que va hasta el fondo del análisis de la sociedad mercantil
capitalista, ese Marx que es en parte el que convence a Bakunin de la
noción de la revolución socialista de los trabajadores, como el mismo
ruso le confiesa al alemán en una carta fechada el 22 de diciembre de
1868: "... ahora comprendo mejor que nunca que tenías razón al seguir
la ruta de la revolución económica, al invitarnos a todos a seguir el
mismo camino, y al denigrar a aquellos de nosotros que se perdían por
las sendas de las empresas nacionalistas o exclusivamente políticas.
Estoy haciendo ahora lo que tú empezaste a hacer hace más de veinte
años. Desde la despedida pública y solemne que he dirigido a los
burgueses del Congreso de Berna, no conozco otra sociedad, otro
ambiente que el mundo de los trabajadores. Ahora mi patria es la
Internacional, de la que tu eres uno de los principales fundadores. Ya
ves, querido amigo, que soy tu discípulo y que estoy orgulloso de
serlo. "
Pero por el otro lado, estaba el Marx político, el Marx que no solo
hacia una critica seria y admirable del capitalismo, sino que además
tenia su concepción particular de cómo habría que terminar con tales
relaciones de producción, y es precisamente éste Marx al que Bakunin,
y toda el ala libertaria de esos tiempos se oponen tan radicalmente,
marcándose así la separación histórica de ambas corrientes
socialistas.
El Manifiesto Comunista de 1848, obra central del pensamiento
marxista, es quizás el mejor de los ejemplos de esta contradicción
entre los postulados de carácter negativo y positivo, que representan
tanto Marx como Engels. Mientras que por una parte el Manifiesto
comunista puede ser considerada como la primera declaración de guerra
a la civilización burguesa desde una óptica materialista de la
historia, puesto que nos dice claramente lo que está realmente detrás
de las relaciones entre patrones y trabajadores, es también preciso
señalar que en sus consideraciones positivas (constructivas), los
planteamientos del manifiesto no son de carácter estrictamente
revolucionarios, sino socialdemócratas, reformistas.
Aunque no hay duda que para el tiempo en que fue publicado el
manifiesto, las ideas ahí vertidas eran sumamente radicales, también
es indispensable declarar abiertamente que el manifiesto nos revela
que Marx y Engels no pudieron desentender su propuesta de la de los
jacobinos en la Revolución burguesa. El manifiesto comunista concibe
el proceso de transformación revolucionaria de la sociedad a través de
una revolución meramente política, en la que una vez que los
representantes de la clase obrera conquistaran el control del Estado,
estos se encargarían de ir tomando medidas que posibilitaran el paso
del capitalismo al socialismo, todo esto, además, de manera gradual,
conforme las medidas adoptadas por el gobierno de los obreros, fuesen
imposibilitando a los burgueses el sostener sus empresas, las cuales
irían a pasar a manos del Estado. Así explican los autores del
manifiesto comunista, en esa misma obra, el proceso que señalamos:
"El proletariado se valdrá de su dominación política para ir
arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para
centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado,
es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para
aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas
productivas."
Marx y Engels esperaban que a través de una serie de decretos que
impusieran un incremento general tanto de los salarios, como de los
impuestos a los propietarios, así como de la nacionalización directa
de ciertas áreas de la economía, podría irse gestando la trasformación
social.
Esto nos lleva a otro dato significativo; que esa etapa que el
marxismo caracteriza como la "dictadura del proletariado", o lo que
vendría a ser el "proletariado organizado como clase dominante", ni
siquiera es una fase donde el proletariado se haya apoderado de manera
autónoma, a través de su propia actividad revolucionaria, de los
medios de producción, y en la que haya instaurado su control
autogestivo sobre la sociedad, defendiéndose además de la agresión
contrarrevolucionaria burguesa, sino una etapa en la cual la burguesía
sigue existiendo como clase, manejando sus negocios y explotando el
trabajo obrero, con la diferencia de que el partido de los obreros se
ha apoderado del control del Estado, el cual utilizará, se dice, para
llevar a cabo las medidas de las que ya se habló en los párrafos
anteriores, en función de suprimir a la clase capitalista.
Nótese que hemos hablado en un párrafo que éste método es
reformista, pero a su vez hemos dicho que éste programa expone la
perspectiva de una revolución política. Quizá pueda parecer esto
contradictorio, por eso es preciso clarificar que es exactamente a lo
que nos referimos. Una revolución política es aquella en la que los
representantes, o supuestos representantes de una clase (o hasta de
una fracción de la clase dominante), desplaza del poder político
estatal a la clase que lo tiene bajo su control, ya sea a través de
una transición pacifica o violenta. Esta fue la forma que asumió la
Revolución francesa de 1789, que llevó a cabo la burguesía para
apoderarse del Estado, y utilizarlo para generar los cambios
necesarios que le permitieran su dominio, y esta es la misma formula
postulada por Marx y Engels en el manifiesto comunista, cuando nos
dicen que la condición indispensable para la emancipación del
proletariado es que éste se apodere primeramente del poder político
del Estado.
Los Anarquistas creemos que no es posible aplicar la misma formula
jacobina a la revolución de los trabajadores, ya que existe una
diferencia cualitativa fundamental entre una revolución que tiende a
apoderarse del Estado, sin la menor intención de acabar con él, y más
bien, perfeccionarlo para garantizar un dominio permanente sobre las
demás clases, y una revolución del proletariado, que por sus mismas
implicaciones materiales solo puede tender a la abolición de todas las
clases. Una de las más grandes diferencias que tiene el Bakuninismo
con el Marxismo, es precisamente la negación del primero a desarrollar
una revolución exclusivamente política, la cual, trasladada al campo
del proletariado, no puede sino generar un resultado reformista, es
decir, con el mantenimiento de las relaciones basadas en la
explotación de la mayoría por una minoría.
Un detenido estudio del manifiesto nos revela el carácter
desviacionista de la formula marxista, una desviación que podemos
identificar como "superestructuralista". ¿Qué quiere decir esto de
"desviación superestructuralista"? Este punto es más interesante de lo
que puede parecer, pues es uno de los ejes fundamentales entre la
divergencia marxista-bakuninista, y esto por lo siguiente.
Ya anteriormente a Marx, se había llegado a una cierta comprensión
de que el verdadero mal de la sociedad provenía primeramente del
factor económico, siendo sin duda uno de los estudios mas serios sobre
esta materia el desarrollado por Proudhon, en su trabajo "¿Qué es la
propiedad?", donde el revolucionario francés afirma una indiscutible
verdad, sobre la que se asienta todo el pensamiento socialista.
Proudhon señaló que la propiedad privada es la primera piedra sobre la
que se levanta el edificio de la desigualdad y la injusticia. Mas allá
de que Proudhon terminara proyectando una sociedad que no rompía con
la propiedad, sino que únicamente se presentaba reducida
extremadamente, no cabe duda de que el estudio ya mencionado influyó
mucho sobre Bakunin y el mismo Marx, quien pese a la influencia que
pudo haber recibido de Proudhon, se lanzó en una fuerte crítica sobre
éste, ya que el francés nunca logró deslindarse de sus abstracciones
metafísicas.
Marx, tomando como base el planteamiento de Proudhon, también llega
a la conclusión de que la tarea del proletariado es transformar las
formas de producción , es decir, atacar el problema económico, el
problema de la propiedad.
En economía política, lo referente a la cuestión meramente económica
se le conoce con el termino de "estructura", la cual a su vez da base,
tanto a las formas objetivas y orgánicas que adquiere el Estado, como
a las manifestaciones subjetivas (ideas) dominantes en dicha sociedad.
Sin embargo, la vía supuestamente revolucionaria expuesta por Marx,
invitaba al proletariado, no a deshacerse de la "estructura
económica", tomando para sí los medios de producción y poniéndolos
bajo su propio control, sino a apoderarse previamente de la
"superestructura" burguesa, o sea, del Estado, y desde arriba,
paulatinamente, ir transformando la estructura económica.
El marxismo, entonces, deja en un segundo plano el problema en que
se fundamentan todas las iniquidades sociales, para dirigir sus
esfuerzos, primeramente, a la conquista del poder político, el cual
puede conquistarse ya sea a través de una insurrección obrera que
ponga el poder político en manos de los jefes revolucionarios, o
mediante una transición pacifica, en la que por medio del sufragio
universal, el partido de los obreros consiguiese la hegemonía
necesaria para imponer medidas que, ahora sí, le permitieran atacar la
"estructura" de la sociedad.
He aquí todo el método del jacobinismo burgués trasladado al campo
del proletariado, he aquí una vía que sirve para constituir y
garantizar el poder de una clase que pretende imponerse y dominar a
otras clases, trasladado a una revolución que pretende, muy por el
contrario, barrer con todas las bases (estructurales y
superestructurales), que permiten la existencia misma de las clases.
El planteamiento de Bakunin, en contraposición al de Marx, es el de
una revolución económica y política a la vez; política no en su
sentido positivo, es decir, de afirmación del Estado, sino
completamente negativo, o sea, en la total destrucción del Estado,
instrumento sobre el que se apoya la dominación burguesa, que una vez
destruido, despoja a esa clase de la base real de su existencia, que
se sustenta en la legitimación jurídica de la propiedad por parte del
Estado. Estos dos puntos son de carácter trascendental para el
entendimiento preciso del Bakuninismo, nos referimos, claro está, al
carácter de revolución económica y revolución política.
Bakunin sitúa a las masas trabajadoras en el papel de protagonistas
principales en el proceso de transformación revolucionaria de la forma
de propiedad burguesa (privada) a la forma de propiedad socialista
(colectiva), puesto que son las mismas masas las que habrán de
apoderarse de las fabricas, maquinas, herramientas, tierras y demás
medios de producción, y reorganizarán la sociedad de manera que pueda
accederse a los medios de vida mas igualitarios posibles,
(constitución de la clase trabajadora en Asociación Internacional de
Trabajadores Libres, como solía llamarle Bakunin) sin tener que
esperar su "redención" de las manos de alguna minoría intelectual
constituida en gobierno, todo esto aunado a un sistema "político" que
elimine por completo la dominación de unos sobre otros.
Estamos aquí ante una seria diferencia entre Marx y Bakunin,
mientras el primero promueve la acción organizada de la
intelectualidad proletarizada para emancipar a los explotados, el
segundo defiende la acción autónoma del proletariado hacia su propia
liberación.
Ahora, en lo concerniente a lo político, como ya se dijo en un
párrafo anterior, si bien Bakunin al igual que Marx considera que se
debe actuar sobre la "superestructura" para generar un cambio en las
relaciones humanas, lo hace en un sentido completamente diferente.
Bakunin considera que hay una reciprocidad dialéctica de causas y
efectos una vez dada la relación entre estructura y superestructura
social, y manifiesta una y otra vez que la esencia de la Revolución
depende de la apropiación expropiatoria de la burguesía a manos de la
clase trabajadora, pero además de la mas absoluta destrucción de la
institución sin la cual la explotación económica no podría sostenerse,
hablamos evidentemente del Estado. De la siguiente manera, hablando
sobre la Internacional, es que Bakunin explica el carácter de la
revolución política desde una perspectiva proletaria:
"La gran tarea que la Asociación Internacional de los Trabajadores se
ha propuesto, la tarea de la emancipación definitiva y completa de los
trabajadores del yugo de todos los explotadores –de los patrones, de
los poseedores de las materias primas y los medios de producción; en
una palabra, de todos los representantes del capital– no es sólo un
objetivo económico o puramente material. Es al mismo tiempo una tarea
social, filosófica y moral; y a la vez... una alta tarea política,
pero solo en el sentido de la destrucción de toda la política mediante
la abolición de los Estados."
Mijail Bakunin; Afirmación de la Alianza.
Como se ve, esta diferencia de razonamientos puede resumirse de la
siguiente manera: La creencia en Marx de la división de la revolución
en dos etapas, una en la que el proletariado debía aliarse al ala mas
radical y democrática de la burguesía, para que ésta clase pudiese
establecer su propio dominio e impulsar ciertas libertades
democráticas que le permitirían al proletariado, en una segunda etapa,
utilizar estas mismas libertades generadas por la burguesía para
atentar contra ella, y establecer por último "la dictadura del
proletariado", mientras que Bakunin juzgaba posible que los explotados
lograsen pasar de un marco capitalista no democrático hacia el
socialismo de manera directa, sin tener que asumir una táctica de
colaboración de clases con la burguesía, para que ésta instaurara su
propia Republica. Bakunin considera que una alianza con la clase
capitalista solo puede producir un efecto nocivo para el objetivo mas
profundo del proletariado, a saber, la abolición de toda clase de
explotación y dominación del hombre sobre el hombre. Es por esto que
en "cartas a un francés" el revolucionario anarquista hace una severa
crítica al partido marxista dirigido por Bebel y Liebknecht, por
promover una política de alianza con el radicalismo burgués:
"Esta desdichada idea de la revolución política que, como dicen los
socialistas alemanes, ha de preceder a la revolución social, abre de
par en par las puertas del Partido Social-Demócrata Obrero a todos los
demócratas radicales alemanes exclusivamente políticos, personas que
tienen muy poco de socialistas. Así, ha sucedido ya en varias
ocasiones que el Partido Social-Demócrata Obrero ha sido inducido por
sus jefes – no por su propio instinto colectivo, mucho más socialista
que las ideas de sus jefes – a confraternizar con los demócratas
burgueses del Partido Popular (Volkspartei), un partido exclusivamente
político que no sólo es extraño, sino directamente hostil a cualquier
socialismo serio."
Mijail Bakunin; Cartas a un francés.
Y una vez más, podemos encontrar el rechazo de Bakunin a la
colaboración entre clases que tienen intereses completamente opuestos
cuando nos dice:
"Está claro que la sección socialista revolucionaria del proletariado
no puede aliarse con ninguna facción, ni siquiera con la facción más
avanzada de la política burguesa, sin transformarse inmediatamente, en
contra de su voluntad, en un instrumento de esa política"
Mijail Bakunin; Afirmación de la Alianza.
Estas y otras declaraciones por el estilo, ubicaron a Bakunin como
el blanco perfecto de una campaña en su contra que montó el ala
marxista de la primera Internacional, después retomada y agudizada por
el bolchevismo. Hasta nuestros días solemos escuchar la versión según
la cual Bakunin y los colectivistas de su época, supuestamente
invitaban a la clase trabajadora a darle la espalda y abstenerse de
todo tipo de política. Evidentemente, a la única política a la que
Bakunin invitaba a rechazar, era la política oficial burguesa. Bakunin
comprendió que la política de los capitalistas no podía ser sino una
vil trampa que debía combatir el proletariado, ya que las "libertades"
democráticas a las que podía accederse en una Republica capitalista,
no eran sino el disfraz democrático con que se cubría la real
dominación de unos cuantos capitalistas sobre los desposeídos. El
revolucionario anarquista no luchó para que los trabajadores
organizados en la Internacional se olvidaran de hacer política, sino
para que evitaran hacer política burguesa (que evidentemente no es la
misma cosa); para que no comprometieran sus aspiraciones y objetivos a
los mecanismos estatales, que le son ajenos de principio a fin, porque
es precisamente en ellos, donde descansa la base misma de su condición
como esclavos del trabajo asalariado.
Luego de casi un siglo y medio de aquellas disputas, hoy parece
estar mucho mas claro, al menos para la izquierda más radical, el
verdadero rol que juega el mecanismo democrático burgués, sin embargo,
en la época de la primera internacional, entre el ala marxista, y a
pesar de reconocer que la democracia parlamentar-republicana no era
sino la dictadura de la burguesía, existía la confianza de poder hacer
uso del sistema burgués y utilizarlo contra los intereses de clase de
la misma burguesía, de ahí que Marx declarara en 1873, cuando se
supone que había ya transformado su concepción sobre el Estado,
derivada de las lecciones de la Comuna de París, que en ciertos
países, entre los cuales se encontraba Holanda e Inglaterra, la
transición al socialismo podía darse de forma pacífica, es decir,
utilizando las instituciones estatales del privilegio y la
explotación, para supuestamente destruir lo uno y la otra, y con esto
"cambiar" el carácter de clase del Estado.
Esta creencia, según la cual las libertades democráticas podían ser
empleadas contra la misma dominación burguesa, está mucho más
profundamente expresada en Federico Engels, el mejor de los ejemplos
es su prologo a "Las luchas de clases en Francia", donde el comunista
alemán, hasta en un tono irónico, se mofa de aquellos que aún tienen
esperanzas en la acción directa y autónoma del proletariado, habla
sobre los importantes "logros" que ha conquistado su partido a través
del parlamentarismo, y vaticinaba que en apenas unos pocos años
tendrían la suficiente fuerza electoral como para hacerse del control
político y poder llevar adelante su programa. Es obvio que después de
poco más de 100 años de haber sido redactadas aquellas palabras, y con
toda la experiencia histórica que nos legaron las luchas proletarias
del siglo XX, hasta resulta cómica la lectura de un planteamiento tan
colmado de idealismo. Hoy solo el reformismo más vergonzoso, y a la
vez más liquidado, puede sostener planteamientos afines a aquellos de
Engels en la última década del siglo XIX.
En aquella polémica sobre la supuesta abstención política de los
anarquistas, Bakunin lo único que defendió y sostuvo, es aquello que
hoy es completamente evidente, a saber, que la política burguesa, por
más libertades y espacios que pueda otorgar, nunca será más que una
trampa para el proletariado y todos los estratos sociales que sufren
bajo el actual orden de cosas, y que lejos de ser una vía de
liberación, la falsa e hipócrita democracia del capital es la mejor
herramienta para inutilizar y canalizar las luchas y los movimientos
sociales del pueblo pobre que pone su confianza en ella. El sistema
electoral, de supuesta representación popular, no ha sido, para los
intereses de los explotados, más que la perfecta fábrica de nuevos
burgueses, individuos con largas carreras como jefes de partidos
supuestamente obreros y revolucionarios, que una vez situados en algún
espacio de poder estatal no han hecho otra cosa que no sea utilizar
ese poder para enriquecerse, y eso sí, lanzando algunas cuantas
migajas a aquellos que dicen representar, para mantener el
clientelismo, y poder seguir manipulando la fuerza obrera para
mantener sus nuevos privilegios.
Como se ve, el rechazo a los mecanismos políticos del Estado, y la
adopción, por el contrario, de la táctica de la Acción Directa Obrera,
con las formas orgánicas que ésta conlleva, como lo es la democracia
directa asamblearia, no son de modo alguno caprichos y obsesiones
anarquistas, sino francas necesidades materiales básicas en el trabajo
por la construcción del Frente Único del proletariado, de una clase
obrera consciente, autónoma y militante, que se enfila hacia la
demolición de la enferma e incurable sociedad burguesa, hacía la
negación misma de su condición como clase, y de todas las clases, en
la nueva civilización que no hallará cabida para la explotación y la
dominación de una parte de la humanidad sobre la otra, sino la armonía
social de la misma.
Si se hace énfasis en este punto, es porque desde los tiempos mismos
de la Internacional, se ha prestado en incontables ocasiones para la
crítica del marxismo sobre el anarquismo. Se ha pretendido atribuir a
nuestra defensa de las practicas horizontales una fuente más bien
moral que material o práctica, cuando para el anarquismo
revolucionario histórico, partiendo de los postulados Bakuninistas, y
estos a su vez del riguroso estudio del movimiento real de las masas
obreras, de su organización, instintos y aspiraciones, la explicación
de sus postulados anti-verticalistas se cimienta sobre lo segundo,
como se dijo ya, en una necesidad material y practica. Bakunin no
levantó las banderas de la autonomía política y organizativa del
movimiento de las masas populares, porque considerara inmoral el
"mancharse las manos" dentro del Estado burgués, sino porque
comprendía correctamente (y la historia de las revoluciones políticas
marxistas le dan plenamente la razón) que la esencia de la Revolución
Social no pasa por apoderarse del Estado o reconstruir uno nuevo,
pintado de rojo y etiquetado de revolucionario, sino en la destrucción
misma de todas las instituciones de la desigualdad, de todos los
Estados y su reemplazo por nuevas relaciones sociales, políticas y
productivas para la sociedad humana libre y emancipada.
La confrontación histórica entre Anarquismo y Marxismo, solo puede
ser superada en base del reconocimiento de las amplias enseñanzas de
Marx, pero llegando a la conclusión (demostrada por los
acontecimientos históricos materiales) que la aplicación de sus tesis
positivas están alejadas, y por mucho, de una comprensión real del
movimiento y necesidades del proletariado para una definitiva
emancipación. De esta forma, creemos también que debe reconocerse, por
quienes hoy propugnan por dicha superación, que la misma solo puede
ser el resultado de comprender que en tal disputa, el Anarquismo
formulado por Bakunin, lejos de ser una ideología personal, es el
ordenamiento teórico de las acciones y aspiraciones reales del
proletariado, estudiadas en el seno mismo del desarrollo de la lucha
de clases, y que han logrado formular las tesis para el derrocamiento
final de todos los absurdos económicos y políticos que conllevan la
existencia de la propiedad privada y el Estado. Por tanto, la
superación de la confrontación entre marxismo y anarquismo, solo puede
alcanzarse cuando se reconozca que el anarquismo es la superación
misma del programa socialdemócrata reformista del marxismo y que aquel
(el anarquismo), es en si mismo, solo el programa de la lucha natural
que desarrolla (y desarrollará hasta su triunfo final) el proletariado
contra la burguesía.
Lo que se ha intentado exponer hasta aquí, son las evidentes
discrepancias teóricas, con fuertes implicaciones practicas, entre
Anarquismo y Marxismo. Es por estas implicaciones practicas, que
consideramos que la disputa histórica entre ambas corrientes
anticapitalistas, no puede ser superada por el decreto caprichoso de
los revolucionarios del siglo XXI, como pretenden ciertas líneas
políticas, sobre todo desde el marxismo, pero también desde el
anarquismo. La única que puede dar fin a la confrontación teórica, es
la resolución practica de la lucha contra el capitalismo, solo ella
podrá revelarnos la veracidad o las limitaciones de cada uno de los
programas.
Por nuestra parte, desde nuestra trinchera Anarquista y Proletaria,
nos abocamos a luchar por lo que postula nuestro programa
revolucionario, y que no es otra cosa que la aspiración histórica
(instintiva o conciente) de los oprimidos y los explotados de todos
los rincones del planeta: la destrucción total y definitiva de toda
explotación y dominación humana.
(Del número 1 de "Estrategia" revista de Teoría y Análisis Anarquista,
de la Alianza de los Comunistas Libertarios)
Análisis sobre las incompatibilidades teóricas y practicas entre Bakunin y Marx.
La Revolución francesa de 1789, puso el poder del Estado en manos de
la clase burguesa, después de que ésta clase se apoyara en el
campesinado y en el escaso proletariado industrial que se había
desarrollado hasta entonces, para derrocar al régimen monárquico que
le era un obstáculo para su propio desarrollo. Pero tras esa
Revolución particularmente política, hubo una cierta "restauración"
monárquica en la misma Francia, centro del liberalismo europeo, lo que
dio pie a un fortalecimiento de la resistencia de las fuerzas
monárquicas retrogradas para aferrarse al poder de las distintas
naciones europeas. Esto no quiere decir en absoluto que el régimen
feudal hubiese regresado, sino que, a pesar de la dominación económica
del capitalismo, la burguesía no estaba administrando directamente al
Estado a través de una forma republicana, sino que éste protegía al
capitalismo a través de regímenes tales como la monarquía
constitucional o de dictaduras imperiales como las de los Napoleón.
Dentro de todo este contexto político fue que nació el movimiento
obrero en Europa. Fue durante todo este periodo que se fue gestando
poco a poco lo que posteriormente vendría a ser la Asociación
Internacional de los Trabajadores, fundada en 1864.
Dentro de la Internacional existía una libertad de tendencias
políticas y filosóficas, puesto que era la solidaridad económica del
proletariado contra la explotación burguesa lo que marcaba la única
condición indispensable para adherirse a ésta organización. Al existir
esa sana libertad de corrientes políticas dentro de la Internacional,
se configuraron tres grandes corrientes, dos de carácter claramente
socialista, como lo eran el marxismo y el anarquismo (mejor conocido
en aquella época como socialismo revolucionario o colectivismo) y una
que puede ser mas bien catalogada como corriente de carácter
pequeño-burgués, nos referimos al mutualismo inspirado principalmente
en los postulados de Proudhon.
En el seno de la Internacional se desarrolló una fuerte disputa
entre las distintas líneas políticas que se mencionan en el párrafo
anterior, pero hubo específicamente una disputa que resaltó sobre las
demás, y que trastoco a todo el movimiento revolucionario de Europa en
aquellos tiempos, y que a mas de 140 años de la fundación de aquella
organización sigue generando debate; nos referimos a las diferencias
entre el comunismo marxista y el colectivismo bakuninista.
Tal confrontación programática estaba centrada sobre todo en las
distintas apreciaciones existentes entre ambas corrientes políticas
sobre la vía de destrucción de las relaciones sociales capitalistas.
Creemos que es sumamente importante que el lector tome muy en cuenta
éste punto, ya que ha sido algo característico de los pseudo debates
de las corrientes leninistas contra el anarquismo, el esforzarse por
desterrar a la corriente libertaria de sus evidentes raíces y orígenes
obreros. Durante el siglo XX, cualquier cantidad de textos en contra
del anarquismo fueron elaborados por organizaciones marxistas, que
empleaban como principal recurso, no la argumentación seria de las
ideas, sino la vulgar tergiversación de la historia, para tratar de
convencer a los lectores de que el anarquismo no tenia absolutamente
nada que ver con el movimiento obrero, que aquel no era un ideario
para la lucha por el Socialismo, como lo comprueba su teoría y
practica histórica, sino un supuesto movimiento de "origen puramente
pequeño-burgués", que aspiraba a la constitución de una sociedad
basada en la pequeña propiedad privada.
Todo aquel que tenga un mínimo de conocimiento de la teoría
anarquista, de la historia del movimiento obrero y de la relación del
anarquismo con él, fácilmente reconocerá el carácter evidentemente
falso de las afirmaciones vertidas en esos pobres debates.
Mas bien, como se dice líneas arriba, la confrontación histórica del
marxismo y el anarquismo, no está basado en un supuesto "Programa
Proletario Marxista vs. Programa Pequeño-Burgués Anarquista", como con
toda la intención de engañar ha dicho el leninismo y sus vertientes
(estalinismo, maoísmo, trotskismo, etc), sino en las formas que tienen
que asumir las luchas de los explotados para combatir de manera
efectiva a la burguesía y su Estado.
Como ya hemos dicho, la disputa política entre ambas corrientes se
basaba en una interpretación muy distinta sobre la organización y vía
que debían de tomar las masas explotadas para alcanzar su definitiva
emancipación, y no en el objetivo final que nos hemos planteado, como
perfectamente puede verificarse en los documentos históricos de ambas
corrientes.
Para entender un poco mas tanto las concordancias como las
discordancias entre ambos programas, se vuelve indispensable estudiar
un poco la evidente diferenciación que hace Bakunin sobre el
pensamiento de Marx. Para Bakunin, Marx es un estudioso muy serio, y
un genio profundamente conocedor de las leyes económicas. Esto lo
reconoce Bakunin en repetidas ocasiones, dejando perfectamente claro
que ni las mas abismales discrepancias políticas y personales con el
alemán, pueden hacerle desconocer el mérito que ha tenido éste en
desenmascarar el verdadero carácter explotador del sistema burgués. De
hecho es Bakunin quien hace la primera traducción al ruso del
Manifiesto comunista, y quien después también se da a la tarea de
escribir el breve panfleto titulado "El Sistema Capitalista", que dice
elaborar para hacer mas accesibles a los proletarios las lecciones de
"El Capital" de Marx, escrito en un lenguaje comprensible solo para
los intelectuales y conocedores de economía.
Hasta aquí podemos hablar del Marx con el que concuerda Bakunin, el
Marx que va hasta el fondo del análisis de la sociedad mercantil
capitalista, ese Marx que es en parte el que convence a Bakunin de la
noción de la revolución socialista de los trabajadores, como el mismo
ruso le confiesa al alemán en una carta fechada el 22 de diciembre de
1868: "... ahora comprendo mejor que nunca que tenías razón al seguir
la ruta de la revolución económica, al invitarnos a todos a seguir el
mismo camino, y al denigrar a aquellos de nosotros que se perdían por
las sendas de las empresas nacionalistas o exclusivamente políticas.
Estoy haciendo ahora lo que tú empezaste a hacer hace más de veinte
años. Desde la despedida pública y solemne que he dirigido a los
burgueses del Congreso de Berna, no conozco otra sociedad, otro
ambiente que el mundo de los trabajadores. Ahora mi patria es la
Internacional, de la que tu eres uno de los principales fundadores. Ya
ves, querido amigo, que soy tu discípulo y que estoy orgulloso de
serlo. "
Pero por el otro lado, estaba el Marx político, el Marx que no solo
hacia una critica seria y admirable del capitalismo, sino que además
tenia su concepción particular de cómo habría que terminar con tales
relaciones de producción, y es precisamente éste Marx al que Bakunin,
y toda el ala libertaria de esos tiempos se oponen tan radicalmente,
marcándose así la separación histórica de ambas corrientes
socialistas.
El Manifiesto Comunista de 1848, obra central del pensamiento
marxista, es quizás el mejor de los ejemplos de esta contradicción
entre los postulados de carácter negativo y positivo, que representan
tanto Marx como Engels. Mientras que por una parte el Manifiesto
comunista puede ser considerada como la primera declaración de guerra
a la civilización burguesa desde una óptica materialista de la
historia, puesto que nos dice claramente lo que está realmente detrás
de las relaciones entre patrones y trabajadores, es también preciso
señalar que en sus consideraciones positivas (constructivas), los
planteamientos del manifiesto no son de carácter estrictamente
revolucionarios, sino socialdemócratas, reformistas.
Aunque no hay duda que para el tiempo en que fue publicado el
manifiesto, las ideas ahí vertidas eran sumamente radicales, también
es indispensable declarar abiertamente que el manifiesto nos revela
que Marx y Engels no pudieron desentender su propuesta de la de los
jacobinos en la Revolución burguesa. El manifiesto comunista concibe
el proceso de transformación revolucionaria de la sociedad a través de
una revolución meramente política, en la que una vez que los
representantes de la clase obrera conquistaran el control del Estado,
estos se encargarían de ir tomando medidas que posibilitaran el paso
del capitalismo al socialismo, todo esto, además, de manera gradual,
conforme las medidas adoptadas por el gobierno de los obreros, fuesen
imposibilitando a los burgueses el sostener sus empresas, las cuales
irían a pasar a manos del Estado. Así explican los autores del
manifiesto comunista, en esa misma obra, el proceso que señalamos:
"El proletariado se valdrá de su dominación política para ir
arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para
centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado,
es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para
aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas
productivas."
Marx y Engels esperaban que a través de una serie de decretos que
impusieran un incremento general tanto de los salarios, como de los
impuestos a los propietarios, así como de la nacionalización directa
de ciertas áreas de la economía, podría irse gestando la trasformación
social.
Esto nos lleva a otro dato significativo; que esa etapa que el
marxismo caracteriza como la "dictadura del proletariado", o lo que
vendría a ser el "proletariado organizado como clase dominante", ni
siquiera es una fase donde el proletariado se haya apoderado de manera
autónoma, a través de su propia actividad revolucionaria, de los
medios de producción, y en la que haya instaurado su control
autogestivo sobre la sociedad, defendiéndose además de la agresión
contrarrevolucionaria burguesa, sino una etapa en la cual la burguesía
sigue existiendo como clase, manejando sus negocios y explotando el
trabajo obrero, con la diferencia de que el partido de los obreros se
ha apoderado del control del Estado, el cual utilizará, se dice, para
llevar a cabo las medidas de las que ya se habló en los párrafos
anteriores, en función de suprimir a la clase capitalista.
Nótese que hemos hablado en un párrafo que éste método es
reformista, pero a su vez hemos dicho que éste programa expone la
perspectiva de una revolución política. Quizá pueda parecer esto
contradictorio, por eso es preciso clarificar que es exactamente a lo
que nos referimos. Una revolución política es aquella en la que los
representantes, o supuestos representantes de una clase (o hasta de
una fracción de la clase dominante), desplaza del poder político
estatal a la clase que lo tiene bajo su control, ya sea a través de
una transición pacifica o violenta. Esta fue la forma que asumió la
Revolución francesa de 1789, que llevó a cabo la burguesía para
apoderarse del Estado, y utilizarlo para generar los cambios
necesarios que le permitieran su dominio, y esta es la misma formula
postulada por Marx y Engels en el manifiesto comunista, cuando nos
dicen que la condición indispensable para la emancipación del
proletariado es que éste se apodere primeramente del poder político
del Estado.
Los Anarquistas creemos que no es posible aplicar la misma formula
jacobina a la revolución de los trabajadores, ya que existe una
diferencia cualitativa fundamental entre una revolución que tiende a
apoderarse del Estado, sin la menor intención de acabar con él, y más
bien, perfeccionarlo para garantizar un dominio permanente sobre las
demás clases, y una revolución del proletariado, que por sus mismas
implicaciones materiales solo puede tender a la abolición de todas las
clases. Una de las más grandes diferencias que tiene el Bakuninismo
con el Marxismo, es precisamente la negación del primero a desarrollar
una revolución exclusivamente política, la cual, trasladada al campo
del proletariado, no puede sino generar un resultado reformista, es
decir, con el mantenimiento de las relaciones basadas en la
explotación de la mayoría por una minoría.
Un detenido estudio del manifiesto nos revela el carácter
desviacionista de la formula marxista, una desviación que podemos
identificar como "superestructuralista". ¿Qué quiere decir esto de
"desviación superestructuralista"? Este punto es más interesante de lo
que puede parecer, pues es uno de los ejes fundamentales entre la
divergencia marxista-bakuninista, y esto por lo siguiente.
Ya anteriormente a Marx, se había llegado a una cierta comprensión
de que el verdadero mal de la sociedad provenía primeramente del
factor económico, siendo sin duda uno de los estudios mas serios sobre
esta materia el desarrollado por Proudhon, en su trabajo "¿Qué es la
propiedad?", donde el revolucionario francés afirma una indiscutible
verdad, sobre la que se asienta todo el pensamiento socialista.
Proudhon señaló que la propiedad privada es la primera piedra sobre la
que se levanta el edificio de la desigualdad y la injusticia. Mas allá
de que Proudhon terminara proyectando una sociedad que no rompía con
la propiedad, sino que únicamente se presentaba reducida
extremadamente, no cabe duda de que el estudio ya mencionado influyó
mucho sobre Bakunin y el mismo Marx, quien pese a la influencia que
pudo haber recibido de Proudhon, se lanzó en una fuerte crítica sobre
éste, ya que el francés nunca logró deslindarse de sus abstracciones
metafísicas.
Marx, tomando como base el planteamiento de Proudhon, también llega
a la conclusión de que la tarea del proletariado es transformar las
formas de producción , es decir, atacar el problema económico, el
problema de la propiedad.
En economía política, lo referente a la cuestión meramente económica
se le conoce con el termino de "estructura", la cual a su vez da base,
tanto a las formas objetivas y orgánicas que adquiere el Estado, como
a las manifestaciones subjetivas (ideas) dominantes en dicha sociedad.
Sin embargo, la vía supuestamente revolucionaria expuesta por Marx,
invitaba al proletariado, no a deshacerse de la "estructura
económica", tomando para sí los medios de producción y poniéndolos
bajo su propio control, sino a apoderarse previamente de la
"superestructura" burguesa, o sea, del Estado, y desde arriba,
paulatinamente, ir transformando la estructura económica.
El marxismo, entonces, deja en un segundo plano el problema en que
se fundamentan todas las iniquidades sociales, para dirigir sus
esfuerzos, primeramente, a la conquista del poder político, el cual
puede conquistarse ya sea a través de una insurrección obrera que
ponga el poder político en manos de los jefes revolucionarios, o
mediante una transición pacifica, en la que por medio del sufragio
universal, el partido de los obreros consiguiese la hegemonía
necesaria para imponer medidas que, ahora sí, le permitieran atacar la
"estructura" de la sociedad.
He aquí todo el método del jacobinismo burgués trasladado al campo
del proletariado, he aquí una vía que sirve para constituir y
garantizar el poder de una clase que pretende imponerse y dominar a
otras clases, trasladado a una revolución que pretende, muy por el
contrario, barrer con todas las bases (estructurales y
superestructurales), que permiten la existencia misma de las clases.
El planteamiento de Bakunin, en contraposición al de Marx, es el de
una revolución económica y política a la vez; política no en su
sentido positivo, es decir, de afirmación del Estado, sino
completamente negativo, o sea, en la total destrucción del Estado,
instrumento sobre el que se apoya la dominación burguesa, que una vez
destruido, despoja a esa clase de la base real de su existencia, que
se sustenta en la legitimación jurídica de la propiedad por parte del
Estado. Estos dos puntos son de carácter trascendental para el
entendimiento preciso del Bakuninismo, nos referimos, claro está, al
carácter de revolución económica y revolución política.
Bakunin sitúa a las masas trabajadoras en el papel de protagonistas
principales en el proceso de transformación revolucionaria de la forma
de propiedad burguesa (privada) a la forma de propiedad socialista
(colectiva), puesto que son las mismas masas las que habrán de
apoderarse de las fabricas, maquinas, herramientas, tierras y demás
medios de producción, y reorganizarán la sociedad de manera que pueda
accederse a los medios de vida mas igualitarios posibles,
(constitución de la clase trabajadora en Asociación Internacional de
Trabajadores Libres, como solía llamarle Bakunin) sin tener que
esperar su "redención" de las manos de alguna minoría intelectual
constituida en gobierno, todo esto aunado a un sistema "político" que
elimine por completo la dominación de unos sobre otros.
Estamos aquí ante una seria diferencia entre Marx y Bakunin,
mientras el primero promueve la acción organizada de la
intelectualidad proletarizada para emancipar a los explotados, el
segundo defiende la acción autónoma del proletariado hacia su propia
liberación.
Ahora, en lo concerniente a lo político, como ya se dijo en un
párrafo anterior, si bien Bakunin al igual que Marx considera que se
debe actuar sobre la "superestructura" para generar un cambio en las
relaciones humanas, lo hace en un sentido completamente diferente.
Bakunin considera que hay una reciprocidad dialéctica de causas y
efectos una vez dada la relación entre estructura y superestructura
social, y manifiesta una y otra vez que la esencia de la Revolución
depende de la apropiación expropiatoria de la burguesía a manos de la
clase trabajadora, pero además de la mas absoluta destrucción de la
institución sin la cual la explotación económica no podría sostenerse,
hablamos evidentemente del Estado. De la siguiente manera, hablando
sobre la Internacional, es que Bakunin explica el carácter de la
revolución política desde una perspectiva proletaria:
"La gran tarea que la Asociación Internacional de los Trabajadores se
ha propuesto, la tarea de la emancipación definitiva y completa de los
trabajadores del yugo de todos los explotadores –de los patrones, de
los poseedores de las materias primas y los medios de producción; en
una palabra, de todos los representantes del capital– no es sólo un
objetivo económico o puramente material. Es al mismo tiempo una tarea
social, filosófica y moral; y a la vez... una alta tarea política,
pero solo en el sentido de la destrucción de toda la política mediante
la abolición de los Estados."
Mijail Bakunin; Afirmación de la Alianza.
Como se ve, esta diferencia de razonamientos puede resumirse de la
siguiente manera: La creencia en Marx de la división de la revolución
en dos etapas, una en la que el proletariado debía aliarse al ala mas
radical y democrática de la burguesía, para que ésta clase pudiese
establecer su propio dominio e impulsar ciertas libertades
democráticas que le permitirían al proletariado, en una segunda etapa,
utilizar estas mismas libertades generadas por la burguesía para
atentar contra ella, y establecer por último "la dictadura del
proletariado", mientras que Bakunin juzgaba posible que los explotados
lograsen pasar de un marco capitalista no democrático hacia el
socialismo de manera directa, sin tener que asumir una táctica de
colaboración de clases con la burguesía, para que ésta instaurara su
propia Republica. Bakunin considera que una alianza con la clase
capitalista solo puede producir un efecto nocivo para el objetivo mas
profundo del proletariado, a saber, la abolición de toda clase de
explotación y dominación del hombre sobre el hombre. Es por esto que
en "cartas a un francés" el revolucionario anarquista hace una severa
crítica al partido marxista dirigido por Bebel y Liebknecht, por
promover una política de alianza con el radicalismo burgués:
"Esta desdichada idea de la revolución política que, como dicen los
socialistas alemanes, ha de preceder a la revolución social, abre de
par en par las puertas del Partido Social-Demócrata Obrero a todos los
demócratas radicales alemanes exclusivamente políticos, personas que
tienen muy poco de socialistas. Así, ha sucedido ya en varias
ocasiones que el Partido Social-Demócrata Obrero ha sido inducido por
sus jefes – no por su propio instinto colectivo, mucho más socialista
que las ideas de sus jefes – a confraternizar con los demócratas
burgueses del Partido Popular (Volkspartei), un partido exclusivamente
político que no sólo es extraño, sino directamente hostil a cualquier
socialismo serio."
Mijail Bakunin; Cartas a un francés.
Y una vez más, podemos encontrar el rechazo de Bakunin a la
colaboración entre clases que tienen intereses completamente opuestos
cuando nos dice:
"Está claro que la sección socialista revolucionaria del proletariado
no puede aliarse con ninguna facción, ni siquiera con la facción más
avanzada de la política burguesa, sin transformarse inmediatamente, en
contra de su voluntad, en un instrumento de esa política"
Mijail Bakunin; Afirmación de la Alianza.
Estas y otras declaraciones por el estilo, ubicaron a Bakunin como
el blanco perfecto de una campaña en su contra que montó el ala
marxista de la primera Internacional, después retomada y agudizada por
el bolchevismo. Hasta nuestros días solemos escuchar la versión según
la cual Bakunin y los colectivistas de su época, supuestamente
invitaban a la clase trabajadora a darle la espalda y abstenerse de
todo tipo de política. Evidentemente, a la única política a la que
Bakunin invitaba a rechazar, era la política oficial burguesa. Bakunin
comprendió que la política de los capitalistas no podía ser sino una
vil trampa que debía combatir el proletariado, ya que las "libertades"
democráticas a las que podía accederse en una Republica capitalista,
no eran sino el disfraz democrático con que se cubría la real
dominación de unos cuantos capitalistas sobre los desposeídos. El
revolucionario anarquista no luchó para que los trabajadores
organizados en la Internacional se olvidaran de hacer política, sino
para que evitaran hacer política burguesa (que evidentemente no es la
misma cosa); para que no comprometieran sus aspiraciones y objetivos a
los mecanismos estatales, que le son ajenos de principio a fin, porque
es precisamente en ellos, donde descansa la base misma de su condición
como esclavos del trabajo asalariado.
Luego de casi un siglo y medio de aquellas disputas, hoy parece
estar mucho mas claro, al menos para la izquierda más radical, el
verdadero rol que juega el mecanismo democrático burgués, sin embargo,
en la época de la primera internacional, entre el ala marxista, y a
pesar de reconocer que la democracia parlamentar-republicana no era
sino la dictadura de la burguesía, existía la confianza de poder hacer
uso del sistema burgués y utilizarlo contra los intereses de clase de
la misma burguesía, de ahí que Marx declarara en 1873, cuando se
supone que había ya transformado su concepción sobre el Estado,
derivada de las lecciones de la Comuna de París, que en ciertos
países, entre los cuales se encontraba Holanda e Inglaterra, la
transición al socialismo podía darse de forma pacífica, es decir,
utilizando las instituciones estatales del privilegio y la
explotación, para supuestamente destruir lo uno y la otra, y con esto
"cambiar" el carácter de clase del Estado.
Esta creencia, según la cual las libertades democráticas podían ser
empleadas contra la misma dominación burguesa, está mucho más
profundamente expresada en Federico Engels, el mejor de los ejemplos
es su prologo a "Las luchas de clases en Francia", donde el comunista
alemán, hasta en un tono irónico, se mofa de aquellos que aún tienen
esperanzas en la acción directa y autónoma del proletariado, habla
sobre los importantes "logros" que ha conquistado su partido a través
del parlamentarismo, y vaticinaba que en apenas unos pocos años
tendrían la suficiente fuerza electoral como para hacerse del control
político y poder llevar adelante su programa. Es obvio que después de
poco más de 100 años de haber sido redactadas aquellas palabras, y con
toda la experiencia histórica que nos legaron las luchas proletarias
del siglo XX, hasta resulta cómica la lectura de un planteamiento tan
colmado de idealismo. Hoy solo el reformismo más vergonzoso, y a la
vez más liquidado, puede sostener planteamientos afines a aquellos de
Engels en la última década del siglo XIX.
En aquella polémica sobre la supuesta abstención política de los
anarquistas, Bakunin lo único que defendió y sostuvo, es aquello que
hoy es completamente evidente, a saber, que la política burguesa, por
más libertades y espacios que pueda otorgar, nunca será más que una
trampa para el proletariado y todos los estratos sociales que sufren
bajo el actual orden de cosas, y que lejos de ser una vía de
liberación, la falsa e hipócrita democracia del capital es la mejor
herramienta para inutilizar y canalizar las luchas y los movimientos
sociales del pueblo pobre que pone su confianza en ella. El sistema
electoral, de supuesta representación popular, no ha sido, para los
intereses de los explotados, más que la perfecta fábrica de nuevos
burgueses, individuos con largas carreras como jefes de partidos
supuestamente obreros y revolucionarios, que una vez situados en algún
espacio de poder estatal no han hecho otra cosa que no sea utilizar
ese poder para enriquecerse, y eso sí, lanzando algunas cuantas
migajas a aquellos que dicen representar, para mantener el
clientelismo, y poder seguir manipulando la fuerza obrera para
mantener sus nuevos privilegios.
Como se ve, el rechazo a los mecanismos políticos del Estado, y la
adopción, por el contrario, de la táctica de la Acción Directa Obrera,
con las formas orgánicas que ésta conlleva, como lo es la democracia
directa asamblearia, no son de modo alguno caprichos y obsesiones
anarquistas, sino francas necesidades materiales básicas en el trabajo
por la construcción del Frente Único del proletariado, de una clase
obrera consciente, autónoma y militante, que se enfila hacia la
demolición de la enferma e incurable sociedad burguesa, hacía la
negación misma de su condición como clase, y de todas las clases, en
la nueva civilización que no hallará cabida para la explotación y la
dominación de una parte de la humanidad sobre la otra, sino la armonía
social de la misma.
Si se hace énfasis en este punto, es porque desde los tiempos mismos
de la Internacional, se ha prestado en incontables ocasiones para la
crítica del marxismo sobre el anarquismo. Se ha pretendido atribuir a
nuestra defensa de las practicas horizontales una fuente más bien
moral que material o práctica, cuando para el anarquismo
revolucionario histórico, partiendo de los postulados Bakuninistas, y
estos a su vez del riguroso estudio del movimiento real de las masas
obreras, de su organización, instintos y aspiraciones, la explicación
de sus postulados anti-verticalistas se cimienta sobre lo segundo,
como se dijo ya, en una necesidad material y practica. Bakunin no
levantó las banderas de la autonomía política y organizativa del
movimiento de las masas populares, porque considerara inmoral el
"mancharse las manos" dentro del Estado burgués, sino porque
comprendía correctamente (y la historia de las revoluciones políticas
marxistas le dan plenamente la razón) que la esencia de la Revolución
Social no pasa por apoderarse del Estado o reconstruir uno nuevo,
pintado de rojo y etiquetado de revolucionario, sino en la destrucción
misma de todas las instituciones de la desigualdad, de todos los
Estados y su reemplazo por nuevas relaciones sociales, políticas y
productivas para la sociedad humana libre y emancipada.
La confrontación histórica entre Anarquismo y Marxismo, solo puede
ser superada en base del reconocimiento de las amplias enseñanzas de
Marx, pero llegando a la conclusión (demostrada por los
acontecimientos históricos materiales) que la aplicación de sus tesis
positivas están alejadas, y por mucho, de una comprensión real del
movimiento y necesidades del proletariado para una definitiva
emancipación. De esta forma, creemos también que debe reconocerse, por
quienes hoy propugnan por dicha superación, que la misma solo puede
ser el resultado de comprender que en tal disputa, el Anarquismo
formulado por Bakunin, lejos de ser una ideología personal, es el
ordenamiento teórico de las acciones y aspiraciones reales del
proletariado, estudiadas en el seno mismo del desarrollo de la lucha
de clases, y que han logrado formular las tesis para el derrocamiento
final de todos los absurdos económicos y políticos que conllevan la
existencia de la propiedad privada y el Estado. Por tanto, la
superación de la confrontación entre marxismo y anarquismo, solo puede
alcanzarse cuando se reconozca que el anarquismo es la superación
misma del programa socialdemócrata reformista del marxismo y que aquel
(el anarquismo), es en si mismo, solo el programa de la lucha natural
que desarrolla (y desarrollará hasta su triunfo final) el proletariado
contra la burguesía.
Lo que se ha intentado exponer hasta aquí, son las evidentes
discrepancias teóricas, con fuertes implicaciones practicas, entre
Anarquismo y Marxismo. Es por estas implicaciones practicas, que
consideramos que la disputa histórica entre ambas corrientes
anticapitalistas, no puede ser superada por el decreto caprichoso de
los revolucionarios del siglo XXI, como pretenden ciertas líneas
políticas, sobre todo desde el marxismo, pero también desde el
anarquismo. La única que puede dar fin a la confrontación teórica, es
la resolución practica de la lucha contra el capitalismo, solo ella
podrá revelarnos la veracidad o las limitaciones de cada uno de los
programas.
Por nuestra parte, desde nuestra trinchera Anarquista y Proletaria,
nos abocamos a luchar por lo que postula nuestro programa
revolucionario, y que no es otra cosa que la aspiración histórica
(instintiva o conciente) de los oprimidos y los explotados de todos
los rincones del planeta: la destrucción total y definitiva de toda
explotación y dominación humana.
(Del número 1 de "Estrategia" revista de Teoría y Análisis Anarquista,
de la Alianza de los Comunistas Libertarios)